Cuando las apariencias engañan

Posted by Paul Raven On domingo, 11 de marzo de 2012 0 comentarios


Los espejismos de las apariencias


Los humanos somos seres complejos, polimorfos, con actitudes, emociones y comportamientos poco coherentes entre sí, --- si no abiertamente contradictorios --- en muchas ocasiones --- lo que hacemos para lograr la supervivencia en un modo hostil.
Llegamos a estar enamorados de dos personas a la vez, a odiar y apreciar al mismo tiempo a un mismo individuo, a prodigar auténticas ceremonias de hipocresía con nuestra pareja, amigos, compañeros de trabajo o familiares.
Cada día pensamos una cosa y hacemos otra bien distinta. Unas veces actuamos así por no hacer daño a los demás, otras por pura conveniencia, por comodidad...
Vamos modelando nuestra manera de ser en función de lo que los demás esperan de nosotros. Pero las cosas no suceden así por casualidad. Al cabo de los años, vivimos circunstancias en que es más sensato y conveniente "maquillar" nuestro comportamiento, adecuarlo al contexto, ocultar nuestros verdaderos sentimientos, moderarnos en nuestras respuestas o amordazar nuestra espontaneidad en aras de una supuesta convivencia armoniosa --- en otras palabras; nos volvemos manipuladores e hipócritas. Puede decirse, que porque lo hacemos sin prestarle la atención más mínima, que la mentira es tan ubicua, que es habitual e irrefrenablemente inconsciente.



Cumplir con lo previsto


Crear nuestra imagen y consolidarla ante el exterior y ante nosotros forma parte del aprendizaje para la vida. A medida que crece la competitividad, lo hacen las comparaciones; de ahí la trascendencia de que cumplamos con el prototipo que entendemos se nos ha asignado. La duda surge cuando nos preguntamos si mi imagen exterior y mi comportamiento, son, exactamente, los que los se esperan en mí. O, aún peor, cuando nos interrogamos si cumplimos nuestras propias expectativas, si nos gustamos realmente. A fuerza de creer que si no soy ese alguien que los demás "exigen" no seré nada, no me querrán o no me aceptarán, puedo interiorizar esa imagen–modelo, y acabar comportándome sin discernir si quien así actúa soy yo o mi proyección ficticia.


Limitamos la percepción de nosotros


Conceder demasiada importancia a la imagen, a cómo nos verán los demás, quebranta la autoestima y propicia miedos e inseguridad, además de incidir (muy negativamente) en la pérdida de referencias sobre uno mismo. A todos nos aísla del mundo, puesto que tan sólo permitimos que se nos conozca desde una perspectiva, la única que proyectamos hacia los demás cuando nos relacionamos.
Muchas parejas, tras convivir durante décadas, descubren que no se conocen en lo mínimo, o en lo íntimo, aunque sepan al dedillo las manías y costumbres malas del otro. Para proyectar nuestro verdadero ego, tenemos que conocernos. Lo que no es fácil, porque requiere la introspección y formular preguntas, a veces complicadas, a las que hay que responder sinceramente.
Atendernos, evaluarnos y apreciarnos. Entonces, desde ese punto de partida, relacionarnos con los demás. Ya que, aunque muchos recurren al remedio temporal de las cirugías plásticas, siendo los mismos, cambiamos a medida que envejecemos --- aunque lo resistamos.


Ahora bien, ser yo no significa ignorar las reglas sociales que cada espacio y grupo de personas requiere. Sin dejar de ser yo, no me mostraré de la misma forma cuando solicito un trabajo, hago el amor con mi pareja, leo, escribo un artículo, o ceno con amigos. Sin arrinconar la conciencia de quién soy, adoptaré las maneras que entiendo convenientes; pero siendo y sintiéndome artífice de mi vida. La mejor fórmula para que me quieran es queriéndome yo como lo que soy: una persona auténtica, íntegra y real.
Ser y aparentar lo que somos…



Cómo encontrarnos mejor, desde nosotros mismos:
  • Atendiendo preferentemente a nuestros sentimientos, gustos y raciocinios.
  • Prestando sólo atención limitada a las expectativas de los demás.
  • Recordando que el derecho de vivir según pensamos y sentimos, también ampara a quienes nos rodean.
  • No juzgándonos a cada momento, sino reflexionando con claridad y espíritu crítico sobre nuestras decisiones.
  • Practicando la autoafirmación. Somos únicos, e irrepetibles. No hemos de copiar planteamientos ni criterios ajenos. Los nuestros son válidos, mientras no se nos demuestre lo contrario.
  • Teniendo claro que cada decisión corresponde a un "aquí y ahora" y que podemos cambiar de opinión, y de manera de actuar.
  • Aceptándonos, queriéndonos y gustándonos tal cual somos. Asumiendo nuestras contradicciones e intentando mejorarnos cada día.
  • Siendo cada uno nuestro mejor amigo, para poder llegar a ser un auténtico amigo de los demás. De aquéllos quienes nos aprecien por cómo somos en realidad.



En resumen

Muchos se jactan de ser como las circunstancias requieren de una manera mimética y sin sentido moral. Mienten, manipulan y seducen sin reparar en las realidades de que, así haciéndolo, engañan --- a todos y a ellos mismos.
Con este comportamiento se niegan a conocerse a sí mismos, relegándose a permanecer mediocres, merecedores de poca confianza de los demás e infelices ellos mismos.
Para crecer y ser felices, tenemos que evitar enterrar nuestras cabezas en el suelo de la indiferencia.



Resumen de "Las Apariencias engañan" por Felix Larocca articulo completo en Monografias.com


"Somos lo que hacemos, no lo que decimos ni lo que creemos que somos. Por ello, lleva cuidado con tus hechos"

Autor Desconocido

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